El salón de actos de la Finca El Toril de Caja Rural de Extremadura parecía ayer un salón familiar. Un salón muy grande, pero un salón al fin y al cabo. Un centenar de anónimos, algún político, un puñado de periodistas, niños, uno de ellos recién nacido, jubilados y sus señoras, pero muy pocos con pinta de deportistas. Dos chándales contados. Y ese es el éxito de la convocatoria. Los premios Espiga se acuerdan de los que hacen deporte en nuestra región, y en Extremadura, en la mayoría de los casos, lo hacen en familia o entre amigos. Y siempre con mayor esfuerzo que los profesionales porque su pasión tiene que convivir con la forma que han elegido para ganarse la vida. Con esa vocación, en la nómina de premiados en las cinco ediciones anteriores están, entre otros, el Flecha Negra, Lanzadores Montijanos, la AD 'Cura Mora', el gimnasio Corpore, el Club Natación Badajoz, el Club Balonmano Cáceres o la Asociación Atlética Ciudad de Badajoz.
El jurado de esta temporada ha puesto otros seis nuevos apellidos Espiga en la guía telefónica. El pacense José Antonio Balas Lizárraga, organizador del torneo de ajedrez que cada Navidad recuerda el nombre de su padre; Juan Antonio Méndez Espejo, un entrenador de atletismo de Bienvenida, que lleva 25 años en la carretera para supervisar los entrenamientos a cada uno de sus atletas; el Club Baloncesto Talavera, que en los últimos 14 años ha situado a Talavera la Real en el mapa del baloncesto regional; el Club Voleibol Pacense, otra entidad joven que desde su ilusión ha conseguido crear una tela de araña que abarca desde las escuelas infantiles de Badajoz a un equipo en Primera Nacional; el Cub Atletismo Perceiana de Villafranca de los Barros, un club que ha pasado de ser un grupo de ocho amigos a una estructura profesional con 126 atletas, y la Escuela de Ciclismo Francisco Pizarro de Trujillo, que ha conseguido que montar en bicicleta entre sus socios sea una actividad deportiva, pero sobre todo familiar.
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